EL PASAJERO (The Passenger)

EL PASAJERO
Por Chambergo

Miro sorprendido al hombre sentado en la cabina, justo enfrente de mí. Apareció de repente sin que yo pudiese percatarme. No lo vi subirse al tren y menos instalarse en el compartimiento. Era un encuentro asombroso, que no tenía para mí explicación posible. Durante el trayecto estuvo casi todo el tiempo observándome, sin quitarme su inquietante mirada de encima. Lucía un atuendo inverosímil, fantasmagórico, jamás visto en mi vida, y su edad parecía indefinible, intemporal. Era un personaje imprevisto, surgido desde las tinieblas.

-¿Viaja usted en la misma dirección que yo, con destino a Obaba? –le pregunto asustado-. La próxima parada es la última y ya estamos llegando.

-No, de ningún modo. Sólo yo puedo conocer mi destino, que usted no podría ni siquiera imaginar –me observa con sus ojos sin brillo, inexpresivos, como si estuviesen vacíos, en una cavidad sin fin y me siento incómodo, perturbado. Luego de unos instantes, prosigue:

-Y por favor no me hable de su vida, me la sé de memoria.

-¿Conque esas tenemos? Entiendo, entonces, que usted debe saber más que yo de mi propia existencia. Explíqueme, se lo ruego, cuáles son sus intenciones, no me deje en la duda. ¿Es que usted en verdad existe o es que estoy soñando que yo soy usted, o usted que soy yo en una fantasía ilusoria?

Me siento inseguro, completamente confundido, al borde del miedo, en una situación insólita.

-Ya que me lo pregunta, no se excite con lo que voy a contarle. Sepa que provengo de lo interminable, y viajo hacia el infinito, donde no existen ni el espacio ni el tiempo. Soy pasajero del pasado, del presente, del futuro, del más allá, hacia atrás y hacia adelante. Estoy presente en todas partes simultáneamente, soy omnisciente. Soy anterior al big bang. Ni siquiera la partícula de Dios revelará mi existencia. Ninguna estación podría acogerme, pues no advertirían mi presencia intangible.

-¿Cómo es eso?

-Tome con calma lo que voy a indicarle. No se sobresalte, sería en vano. He venido para decirle que usted ha escogido el tren descaminado, sin rumbo, que lo conducirá a ninguna parte. Tampoco busque explicaciones inútiles, no intente comprender, perderá su tiempo sin remedio.

Y desaparece de súbito, tal como apareció al inicio. Miro por la ventanilla y contemplo atónito que no hay vestigios de una estación, de una parada, no hay andenes ni señales de vida, no se ve gente esperando en las cercanías. ¿Es de noche o es de día? No hay nada. El tren continúa sin pausa su camino, sin asomos de detenerse, como si su destino final fuera interminable, conocido desde siempre. Pienso, aterrado, que tampoco existen ni maquinista ni guardavías. Tan sólo el convoy desierto que rueda imperturbable, conducido por una mano invisible. ¿Eternamente fue así? Es un vacío irracional, sin sentido. Si esta es la situación, ¿tampoco yo existo? ¿Dónde me encuentro entonces, hacia dónde me dirijo? ¿Qué significa esta horrible pesadilla, este delirio inaguantable? ¿Estaré en otra dimensión diabólica?

Reaparece el extraño personaje, y me dice:

-Tú viaje es hacia la nada, y vienes desde la nada, nunca naciste, te imaginaron como un proyecto de hombre que no resultó, nunca tuviste un destino humano, naciste muerto, y tendrás que conformarte por el resto de una vida que nunca fue ni lo será. No tienes otro destino posible, esa será tu tortura –afirma el fantasma.

Y desaparece por última vez.

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SOBRE EL AUTOR

Manuel Pastrana Lozano (CHAMBERGO) es un escritor chileno-español que reside actualmente en Santiago de Chile. Su biografía—entre otras cosas— incluye periodismo y profesorado en el mismo, a la vez que servicio con las Naciones Unidas (Ginebra) y, anteriorment, cargos gerenciales en la Editorial Nacional Quimantú en los años turbulentos que precedieron a la caída del Presidente Salvador Allende. Durante los últimos años Pastrana ha estado perfeccionando un nuevo género literario, el cuento ultra corto, o microfábulas. Aparte de su extrema precisión y fuerza narrativa que no acepta la menor intrusión de ideas or palabras ajenas a la trama esencial, este género surge de una mezcla muy personal de surrealismo, fatalismo Bergmaniano, y exploraciones existencialistas de las zonas más insondables y estremecedoras de la vida, en un chiaroscuro que nos hace recordar a Edgar Allan Poe. El Pasajero es un ejemplo de este género.

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